¿Dónde queda Papá en todo esto?

Desde la última entrada en esta bitácora en mayo pasado, han pasado muchas cosas en mi vida diaria. La más reciente, más chocante, traumática, triste y confusa de todas ha sido la pérdida de mi más reciente embarazo. Ha sido una pérdida como ninguna otra. De todos los proyectos de vida que me he propuesto, este embarazo, el tercero, ha sido el que más preparación, lucha y preparación me había tomado.  Después de mi segunda cesárea, una cirugía cabalmente innecesaria que me abrió las puertas al activismo, entré de lleno en un proceso de sanación, búsqueda, expansión, cuestionamiento y educación, que dió paso al empoderamiento personal para plantearme un tercer embarazo. Fue un proceso muy mío… y a la vez, muy compartido con mi pareja.

Luego de la llegada de mi segunda princesa, mi esposo estaba segurísimo de que no habrían más hijos. No más embarazos, no más torbellinos emocionales, no más temerle a lo desconocido, no más alumbramientos traumáticos.  Sin embargo yo, a los seis meses de haber nacido mi segunda hija, lo tenía muy claro. El trauma, el dolor de haber sido despojada de mi derecho a parir no podían ser la última palabra escrita en mi diario de viaje en la jornada a convertirme en madre. Sentía los brazos vacíos y la convicción de que había un alma en el universo que me pertenecía a mí… y llegaría a mí en algún momento.

Sin embargo, este proceso no era sólo mío. Si bien era cierto que era yo quien había acunado a mis muñecas por nueve meses en el vientre, y a mí es a quien me me las desgarraron de las entrañas en el quirófano, no había entrado sola allí. Las chicas no habían resultado de una inmaculada concepción: eran producto de un gran amor, de un proyecto de vida en común entre mi pareja y yo. Las habíamos planeado, deseado, imaginado, encargado, acunado y recibido…los dos.

Nos tomó meses…dos años en concreto el ponernos de acuerdo, el procesar los traumas, los temores, las inseguridades vividas a raiz de dos partos traumáticos para ambos, antes de decidir ir por nuestro tercer retoño. Si bien Mamá era protagonista en todo esto, Papá había vivido, con la misma intensidad y en silencio además, su propia experiencia.

Esperanzados, ilusionados y con toda la emoción del mundo, recibimos la noticia del embarazo. En plena cena familiar y a boca de jarro le anuncié a mi suegro (frente a todos) que la razón porque le parecía tan guapa y radiante era porque estaba esperando su cuarto nieto. Tristemente, como en cámara rápida, las risas se tornaron en preocupación. A partir de la sexta semana de gestación las ecografías y los exámenes de sangre tomaron el lugar de los debates por determinar si debíamos enterarnos del sexo del bebé en la semana 21 o si debíamos esperar hasta el nacimiento.

Una pérdida, un legrado y con ellos la conclusión de una ilusión.

Mamá…pues encontró apoyo, compasión, cariño en las amigas, en las compañeras de lucha en las reuniones mensuales de ICAN, en los grupos de apoyo cibernéticos, en los padres que vinieron a socorrerla y a acunarla como cuando era niña, a darle ánimos y consolarle desde tierras lejanas.

Papá…aún no ha recibido correos electrónicos ofreciendo consuelo, los amigos se han volcado a preguntarle por la esposa y le mandan los mejores deseos de recuperación. Pero, pregunto yo ¿Dónde queda Papá en todo esto? ¿Adónde se va en busca de un grupo de padrazos posmodernos que abran sus corazones para compartir el dolor de la pérdida de un embarazo, la impotencia de tener que atestiguar/mitigar el dolor de la madre y las princesas? ¿Es que sólo la madre experimenta el choque y el tráuma de la pérdida?

He aquí un trailer de un film que explora la experiencia del padre en el parto:

Por otro lado, el Obstetra francés, Michel Odent, a quien se le atribuye la vuelta aun parto humanizado establece que la presencia del padre en el parto en nuestros tiempos “Es una especie de doctrina moderna que habría que reconsiderar. Que los padres estén ahí observando es la principal razón de que haya partos largos y difíciles. Conozco infinidad de casos donde el parto es extremadamente lento hasta que el hombre se va por alguna razón, por ejemplo, comprar un agua mineral. Y tan pronto él se aleja, la mujer grita, se contrae y nace el bebé. En el período perinatal, hay que darle prioridad al lenguaje no verbal. Las mujeres dicen que no podrían imaginarse el parto sin la compañía de su esposo. Pero con su cuerpo dicen lo contrario: que dan a luz más fácil cuando están solas.” (http://www.doulalluisa.cat/entrevista_michel_odent.htm)

Entonces… ¿Dónde queda Papá?

¿Debería estar presente en el parto? Probablemente le hubiésemos ahorrado el trauma…al menos en nuestro caso.

Seguramente sufre la pérdida tanto como la madre. Entonces, ¿Adónde lo mandamos a buscar apoyo para procesarlo?

Por lo pronto, nosotros vamos tirando hacia adelante. Cada quien procesando su pérdida y armándose de valor para volver a intentarlo. De paso, mándenle un mensajillo a Papá y la próxima vez que hablen con él pregúntenle cómo anda… cómo se va recuperando, valdrá la pena hacerlo.

~ by mamamia713 on 10/12/2010.

One Response to “¿Dónde queda Papá en todo esto?”

  1. Para mi los hombres son un misterio. Veo a mi alrededor y leo historias en las que los papas se involucran muchísimo y apoyan a sus parejas incondicionalmente. Sin embargo en mi caso, cuando propuse a mi pareja intentar parir después de 2 cesáreas se mantuvo aparte. Incluso me mostró su total rechazo a la idea. Este embarazo me ha servido para muchas cosas. Primero para parir a mi querida hija Clara, después para demostrarme lo sabia que es la naturaleza y por último para saber escuchar al papá y tomar en consideración sus sentimientos. Sopesé sus propuestas y luego tomé una decisión, la que yo creí mejor para mí y para mi hija. El estuvo a mi lado las 9 horas de parto. Me dio la mano cuando caí en la desesperación y también cuando nuestra hija atravesaba mi cuerpo para entrar en este mundo.
    Gracias Mónica por pensar en ellos. Eso demuestra tu gran generosidad. Un beso muy fuerte para vosotros y vuestras hijas, desde España con cariño.
    Nuria (una de esas locas del pvd2c)

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